miércoles, 16 de abril de 2014

EL CUADERNO DE BITÁCORA



Anoche no dormí. Llegué a casa tarde, después de un día entero de trabajo y la posterior salida nocturna. Estaba inquieta y otra vez se había instalado en mi estómago esa sensación tan extraña que me subía a la garganta cual bilis. Quise ignorarla y engañar al sueño, pero no se dejó. Mi cabeza no estaba por la labor de dejarme en paz. Una vuelta, otra y otra más. La noche silenciosa viendo las horas pasar. Quise buscar entonces el motivo de mi desvelo y eh ahí que lo encontré.

Hace algo más de un mes disfruté de un pausado y enriquecedor fin de semana en la sierra gaditana, acompañada de mi fiel amiga, muy dada ella a las técnicas de motivación personal y autoayuda. 

Así, acompañadas por una botella de vino, decidimos iniciar un Cuaderno de Bitácora y para ello elegimos un libro de esos que traen escritos mensajes positivos, frases positivas e ilustraciones coloridas.

Lo primero que hicimos fue titular el libro. Se llamaría el cuaderno de los Quiero. 

Hoja a hoja fuimos describiendo con tinta rosa aquellas cosas que cada una de nosotras quería en su vida y cómo lograrlas. Serían cosas sencillas, nada abstractas, deseos tangibles y alcanzables que solo precisaban de un poco de voluntad para poder hacerse reales.

Quiero viajar más. Quiero dedicar más tiempo a la familia. Quiero cuidarme más. Quiero perdonarme mis fallos. Quiero, Quiero, Quiero…

Aquellos días fueron intensos y muy constructivos. Llegué a casa como nueva, con la sonrisa devuelta al alma y con muchos proyectos por hacer. 

Pero ya se sabe que muchas veces la realidad te devuelve una sonora bofetada cuando menos te lo esperas y el día a día volvió a convertirse en una losa difícil de soportar. Sin embargo, algo había cambiado dentro de mí, no había duda. Mis ideas iban haciéndose un hueco en la maraña de sentimientos y mi voluntad y raciocinio pugnaban ahora por hacerse fuertes.

Porque la evolución del ser humano pasa de forma irrevocable por la razón y hay veces en las que a pesar de las distracciones del alma y del corazón, es ésta la que debe tomar la decisión final. 

A veces no gusta, a veces duele, pero siempre será la mejor elección porque te habla desde la objetividad.

Así que anoche, sin nada mejor que hacer, me puse a dialogar con ella, con mi razón. Dejé de luchar contra ella. La escuché serenamente, atendí sus consejos y vi claramente cuán equivocada estaba cuando me empeñaba en mirar hacia otro lado, en soñar bonito y negar las evidencias. Fantasear no me hacía ningún bien y aunque aquella sonrisa absurda y bobalicona se hacía presa de mis labios cuando dejaba vagar la imaginación, había llegado la hora de abrir los ojos a la realidad.

No quiero decir con esto que cierre la puerta a mi parte sensible, ni mucho menos. Es más, estoy convencida de la necesidad de potenciarla y mimarla, de dejarla sentir pero sin que ello me perjudique. 

Por eso he decidido emprender un proceso de reciclaje personal. He decidido tomar las riendas de mi propio destino, si es que eso es posible; Y para ello, he de empezar a renunciar.

Así, si antes supe plasmar en mi cuaderno aquellos Quiero que deseaba en la vida, ahora le toca el turno a la Renuncia, aunque ésta será una Renuncia bien entendida que me va a llevar hasta lo que yo entiendo por felicidad.

De esta forma, Yo Renuncio a vivir una vida anodina y superficial, marcada por los convencionalismos, prejuicios y el qué dirán.

Yo Renuncio a esconderme, básicamente porque no tengo nada que ocultar. Soy yo, soy libre y quiero pasear bajo el sol y mojarme los pies en el mar. Quiero sentir aire en mis pulmones y gozar de la maravillosa sensación de libertad.

Yo Renuncio a mi zona de confort, porque a pesar de la comodidad de un buen sofá, hay cosas en la vida que superan con creces esa sensación de seguridad. Tener planes para hoy pero no para mañana. Vivir el presente, aquí y ahora. Carpe Diem.

Yo Renuncio a la montaña rusa sensorial. Que si bien es super divertida cuando estas arriba y te aporta una engañosa imagen de poder y de vanidad, es algo más molesta y fastidiosa cuando bajas porque hace que te sientas vulnerable y pequeñita y que no te abandonen las ganas de vomitar. Por eso yo me bajo.

Buscaré otras atracciones menos peligrosas, menos prohibidas, de menor altura  aunque también divertidas. Pueden serlo si sabes disfrutar del viaje, del momento y de la experiencia. 

No hace falta caer sin paracaídas y sin red para pasar un momento glorioso. Lejos de artificios, de luces de colores, de cantos de sirena, de subidas y bajadas y de sensación de adrenalina.

Yo Renuncio a las migajas, a las limosnas, a las falsas apariencias, a mendigar atención. Porque llega un momento en el que te haces dependiente de los demás y dejas de mirarte a ti, con tus alegrías y tus miserias pero al fin y al cabo, tú.

Yo Renuncio a ser presa de la dictadura del móvil y renuncio a esperar, cual reo condenado a muerte, la sentencia final. Un mensaje, un wasap, un correo, una llamada. Esto también va ser que No.

En definitiva, Yo Renuncio a todo aquello que no me haga feliz. Renuncio porque Quiero. 

Y soy bastante exigente con lo que deseo.  Porque me lo merezco. Y porque yo lo valgo!!.

                                                                       ANA GAMERO